Reconocimiento del terreno
Desde hace algunas semanas me encuentro buscando imágenes de Caracas en Google para alimentar mi nostalgia. Sé que la ciudad que dejé en enero hoy está peor. Mucho peor. Pero es imposible no extrañarla. Siento que vivo lo que millones de migrantes experimentan cuando dejan su tierra. ¿El problema? Yo no quería irme. Estoy afuera porque la pandemia me encerró en otro país.
Donde me encuentro no hay ni un octavo de los edificios que tiene mi ciudad. No hay museos, teatros ni librerías como las de casa. De hecho, no hay nada. Incluso en tiempos no pandémicos, la vida aquí es aburrida. Poco para hacer, gente hostil y demasiado calor. De lo que sí hay mucho, pero es algo interno, es ansiedad.
Comments
Post a Comment